martes, 25 de junio de 2013

Medicina de El Lobo
Lobo...
   profesor,
      rastreador
         perro lunar de mi alma
aullador,
   cantando,
      enseñando como saber. 

Hace años con la conciencia de este presente, salgo en búsqueda de plumas, con la convicción del camino. 
encuentro una blanca manchada de café, que remonta el vuelo de lechuza; sigo encuentro otra pluma                blanca que termina en espiral, me pregunto ¿de qué será?, sin apego al conocimiento, sigo caminando.
Me encuentro una casa rodeada de límite... la autentica maya de la propiedad privada, hay una jaula en medio, me asomo para encontrar con asombro a lobos, lobos con miradas de incertidumbre, cual es mi pena   más que el deseo de libertad. 
Antes de más, de repente se acerca un majestuoso lobo, que con sentimiento de vulnerabilidad no hice más que verlo, ¡animal poderoso¡ pensé, con temor de respeto. Al ya tenerlo cerca no pude más que verlo a los ojos, esos ojos con el universo dentro, me vi reflejada en ellos y comprendí que él sabía lo que yo necesitaba. Con gesto de reverencia me pidió que lo siguiera, no hay más que confiar cuando la comunicación es telepática.
Lo sigo, me guía, hasta una gran ave muerta con grandes alas, claro, pensé, sabes lo que busco, pero me encuentro un poco paralizada por el asombro de la muerte. Pero el lobo, gran corazón compasivo, me enseña con gran dulzura que puedo quitarle las plumas; así lo hago con gratitud, sin darme cuenta de su partida, más que un lejano adiós.    
Después de un rato, sigo de camino y encuentro otra ave también muerta de un color rojo café, que me genera gran admiración de belleza. 
Gracias y así con mi ramo de plumas, regreso. 

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